En anatomía se entiende como papila a cada una de las pequeñas prominencias cónicas, por lo general de tipo sensorial, que se forman en la piel y las membranas mucosas por las ramificaciones de nervios y vasos. Además, en el mismo ámbito se aprovecha la expresión para hacer referencia a la prominencia que el nervio óptico forma en el fondo del ojo desde la cual se extiende la retina.
La botánica, por su parte, define como papila a las prominencias cónicas que presentan algunos órganos de ciertas especies vegetales.
De acuerdo a los órganos que involucren o dónde estén situadas, dicen aquellos que las observan y analizan, las papilas pueden clasificarse de distintas maneras.
Las papilas gustativas, por ejemplo, son receptores sensoriales localizados en la lengua del ser humano y se caracterizan por ser las promotoras más importantes del sentido del gusto. Ellas, a su vez, se subdividen en las categorías de papilas caliciformes (receptoras del sabor amargo), papilas fungiformes (responsables de detectar los sabores más dulces) y papilas filiformes y foliadas (las cuales identifican los sabores ácidos y salados).
Además de ellas, hay papilas ópticas (zona circular que se sitúa en el centro de la retina) y papilas lagrimales (pequeñas elevaciones ubicadas en el margen de cada párpado), papilas renales, papilas dérmicas y otra que se define como papila duodenal mayor pero que también se conoce con el nombre de ampolla de Vater en honor a Abraham Vater, el anatomista alemán que en 1720 describió por primera vez a esa parte del duodeno donde converge el conducto biliar común.