El concepto de oficio tiene su origen en el vocablo latino officĭum. De acuerdo al diccionario de la Real Academia Española (RAE), se trata de una palabra con múltiples acepciones y aplicaciones.
En algunos ámbitos, tal como se desprende de la realidad, el término refiere a un ministerio o puesto, a una actividad cotidiana y a las profesiones o labores relacionados a artes mecánicas (entre las cuales aparecen la carpintería, la jardinería, la peluquería, la costura, la plomería y la sastrería, por citar algunas a modo de ejemplo). En otros contextos, puede definirse como oficio a un documento escrito relevante en materia de administración pública y a un formato basado en el tamaño de una hoja de papel.
De profundizar en los usos de esta noción, es posible entender qué significan expresiones como “oficio de difuntos” (tal como se denomina al ritual o misa que se celebra con el propósito de orar por gente fallecida), “oficio divino” (nombre que se le otorga en la fe católica a la oración que se reparte a lo largo de cada jornada), “abogado de oficio” (el que el Estado concede de manera gratuita y por defecto a quien enfrenta una causa o proceso y carece de representante legal para garantizar su derecho a ser defendido), “oficios de Corte” (conjunto de cargos que, antiguamente, contemplaba la corte real de Europa Occidental y de las monarquías feudales) y “oficio de república” (frase que, en otros tiempos, señalaba a un cargo municipal o provincial de carácter electivo).