Un bien es aquello que, en sí mismo, posee el complemento de la perfección o que está considerado como un beneficio o utilidad. El también patrimonio o caudal, según se desprende de su análisis desde diversas perspectivas, da origen a múltiples conceptos que pertenecen a ámbitos distintos e intentan dar entidad a diferentes cuestiones.
Para la filosofía, el bien es la noción opuesta al mal, pero la economía lo ubica como los productos materiales e inmateriales que poseen valor económico y, por lo tanto, pueden ser valuados en términos monetarios. En este contexto, pues, se habla de bienes económicos o escasos. En el plano del Derecho, asimismo, se emplea el término bien jurídico para hacer referencia a las propiedades o posesiones materiales de bienes muebles e inmuebles.
Cabe destacar que, a lo largo de la historia, se han popularizado numerosas expresiones fundadas sobre la idea de bien, muchas de las cuales se mantienen vigentes. Así surgieron, por ejemplo, los bienes adventicios (aquellos que adquiría el hijo que estaba bajo la patria potestad de sus familiares), los bienes comunes (aquellos que benefician a todos los ciudadanos de una determinada región), los de abadengo (exentos de algunas contribuciones por estar bajo jurisdicción de autoridades eclesiásticas) y los de abolengo (los heredados de los abuelos), los bienes dotales (provenientes de la dote de la mujer) y forales (aquellos que son objeto del derecho real de foro), los bienes fungibles, los mostrencos (pertenecen al Estado por carecer de dueño conocido), los litigiosos (objeto de un litigio o pleito), los raíces y los gananciales (aquellos que obtienen los cónyuges durante su unión, es decir, su patrimonio en común), por citar sólo algunos.