Se define como identificación tanto a la acción y al efecto de identificar a algo o a alguien (es decir, reconocer si un individuo u objeto es el mismo que se busca) como así también a otros conceptos vinculados a la noción de identidad (tal como sucede con el Documento de Identidad, una credencial oficial que se exige para la realización de trámites o distintos procedimientos vinculados a la ley).
Entendido desde la psicología, este vocablo apunta a describir la conciencia de una persona respecto a sí misma o, expresado de otro modo, la imagen que un ser humano tiene de su propia conducta, habilidad, creencia e historia. Además, el término identificación se emplea para dar nombre a un proceso propio del psicoanálisis del cual surgen dos reacciones: la llamada identificación proyectiva (la cual está considerada como un mecanismo de defensa) y el síndrome de Estocolmo (reacción basada en la identificación de una víctima con su agresor o captor).
Más allá de las aplicaciones citadas, no se puede dejar de resaltar que es posible valerse de esta palabra en otros ámbitos para construir expresiones más específicas y pertenecientes a rubros concretos como sucede con la identificación tributaria (código único para identificar a toda persona física o jurídica en condiciones de tributar), la identificación de llamadas (para determinar el número telefónico correspondiente al origen de una comunicación telefónica), la identificación biométrica (lograda a través del estudio de las huellas dactilares, el iris, etc.), la identificación de figuras, la identificación de firmas y la identificación bacteriana, entre muchas otras.