La proximidad de un daño se denomina riesgo. Este término, además, se utiliza para dar cuenta de cada una de las contingencias que puede motivar en los adultos la contratación de un seguro.
Riesgos hay siempre, a todo momento, pero se acostumbra clasificar a esta vulnerabilidad en grandes grupos que contemplan eventualidades laborales, geológicas, financieras y biológicas.
El riesgo al que está expuesto todo trabajador es el que recibe el nombre de riesgo laboral. Dentro de él se reconocen el riesgo de sufrir algún accidente y el riesgo de patologías.
En cambio, los fenómenos que pueden llegar a ocurrir en la Tierra (tales como terremotos y sismos, erupciones volcánicas y desplazamientos de terreno) son denominados riesgos geológicos.
En la vida cotidiana, asimismo, se habla de riesgos financieros cuando existe la posibilidad de que ocurra un evento de consecuencias económicas negativas para una entidad u organización. Los tipos de riesgo financiero se ramifican y dan origen a riesgo de mercado, de cambio, de tipo de interés, de crédito y de liquidez o financiación. La expresión ‘riesgo país’, por su parte, está vinculada a las inversiones económicas que se llevan a cabo en una determinada nación y se entiende como la probabilidad de que un estado soberano se vea impedido o incapacitado de cumplir sus obligaciones financieras con algún agente extranjero.
Por último, hay que destacar el riesgo biológico, aquel que se desencadena por la aparición de epidemias, las infecciones virales y frente a agentes microscópicos altamente patógenos y materiales biológicos peligrosos para la salud del ser humano.