Se conoce como matafuegos a los equipos imprescindibles para combatir el fuego. Estos extintores, que por lo general tienen formato cilíndrico y se diseñan en color rojo, están presentes por obligación en numerosos lugares y ámbitos.

Como se destinan a múltiples ámbitos, es posible hallar matafuegos de diferentes capacidades y con variaciones vinculadas al agente extintor, por ejemplo. Teniendo en cuenta todas las características que pueden presentar, se los divide según corresponda en una serie de categorías.

En primer lugar, es posible diferenciar entre matafuegos móviles (los cuales, por su peso elevado, son desplazados con ruedas o carritos) y matafuegos portátiles (que, a su vez, se definen como manuales si no superan los veinte kilogramos o se consideran dorsales si tienen hasta treinta kilogramos). En edificios residenciales, establecimientos comerciales y en el interior de vehículos, por ejemplo, es habitual hallar distintas clases de matafuegos.

A la vez, hay que tener presente la existencia de matafuegos hídricos que contienen agentes espumógenos o agua, matafuegos de polvos de carácter universal, matafuegos instantáneos (de uso profesional), matafuegos de halón (cuyo uso está prohibido desde hace años a nivel mundial por los efectos nocivos que tiene sobre la capa de ozono), matafuegos para metales, matafuegos de dióxido de carbono y matafuegos de polvo químico seco.

Para hacer un uso apropiado de estos elementos y no agravar la situación que obligó a su uso, es fundamental informarse sobre los matafuegos más convenientes, aprender cómo se usan y controlar que su carga esté en las condiciones apropiadas, entre otras cuestiones importantes.