El fuego es una reacción química que provoca calor y llamas luminosas como consecuencia de la combustión. Esta materia encendida en brasa puede tener diversos orígenes (carbón, leña, mechero, etc.) y ser clasificado de diferentes maneras en función de sus características y del contexto en el cual se lo nombre.
Los fuegos artificiales, por ejemplo, son aquellos surgidos de la pólvora que se emplean en celebraciones importantes como espectáculo visual, así como el fuego cruzado es aquel que se advierte en un enfrentamiento armado en el cual hay blancos opuestos.
El fuego fatuo, por su parte, es la inflamación de ciertas materias que se desprenden de sustancias animales o vegetales en putrefacción y forman pequeñas llamas, mientras que el fuego incendiario es aquel que se logra al disparar proyectiles cargados de materiales incendiarios.
El graneado (el que se provoca por los soldados de modo individual), el griego, el potencial, el sagrado, el lento, el fuego amigo (frase que se utiliza en la jerga militar para hacer referencia a los disparos que provienen del propio bando), el fuego de San Antonio (uno de los nombres que ha recibido a lo largo de la historia la enfermedad del herpes zóster), el de San Telmo (meteoro ígneo que se observa con frecuencia en los mástiles de los barcos que navegan durante las tormentas eléctricas), el fuego contra batería (misión de artillería que buscaba localizar y neutralizar a la artillería enemiga) y la hoguera o fogata son otras categorías que nutren al concepto de fuego.