El acto y consecuencia de civilizar (es decir, de formar y promover la evolución de sociedades poco desarrolladas para convertirlas en poblaciones instruidas y adelantadas) se conoce como civilización. Este concepto, de amplio alcance e interpretación compleja, permite identificar a los estadios culturales experimentados por grupos humanos avanzados en materia de costumbres, artes y ciencia que han tenido segmentaciones sociales propias, una organización social específica, una tecnología y modo de explotar sus recursos en base a su época de esplendor y disponibilidad de elementos, etc.
A lo largo de la Historia se han individualizado múltiples civilizaciones, analizadas desde el punto de vista geográfico, de la época de esplendor y de la religión predominante en ellas, entre otras variables.
Surgieron entonces categorías como las de la civilización occidental y la civilización oriental, la civilización islámica y la civilización cristiana, la civilización alemana, la civilización italiana, la civilización portuguesa, la civilización española, la civilización francesa y la civilización rusa, entre muchas otras.
En relación a los periodos temporales, es posible marcar diferencias entre civilizaciones antiguas y civilizaciones modernas. Hay, además, civilizaciones contemporáneas en distintos rincones del mundo.
Otro dato interesante a tener en cuenta es que, con el paso del tiempo, han adquirido relevancia las civilizaciones ficticias, propias del campo de la literatura o de otras manifestaciones artísticas.
Más clases de civilizaciones que permiten comprobar el alcance y la diversidad que abarca esta expresión: civilizaciones cicládicas, civilización egea, civilización incaica, civilización minoica, civilización grecorromana, civilización micénica, civilización celta, civilización azteca, civilización anglosajona, civilización fenicia y civilización caral, por agregar más a modo de referencia.