Tener un peso adecuado y darle importancia a la alimentación sana y equilibrada es fundamental para gozar de buena salud. No cualquier persona puede (ni necesita) hacer dieta (ni para engordar ni para adelgazar), por eso hay que trabajar el cuerpo y la mente para desarrollar seguridad, aceptar el propio organismo y priorizar el bienestar general antes que la estética socialmente aceptada.

Claro que no siempre el concepto de dieta tiene una connotación negativa porque el término no se reduce a suprimir comidas o limitar la alimentación para bajar de peso. Se puede hacer alusión, por ejemplo, a la dieta mediterránea para indicar que hay pueblos cercanos a la cuenca del mar Mediterráneo donde abundan el vino, las legumbres, el aceite de oliva y los cereales a la hora de elaborar comidas.

La dieta carnívora (tal vez una de las más extendidas a nivel mundial), en cambio, se distingue por darle prioridad a las carnes, mientras que la dieta vegetariana evita precisamente la carne. Más extremista es la dieta vegana, donde se excluyen todos los productos que provengan de un animal por respeto a la vida en todas sus formas. Otra opción es la dieta omnívora, donde se combinan tanto alimentos de origen vegetal como animal.

Cabe destacar por otra parte que, según el cuadro de cada paciente, los nutricionistas pueden llegar a recomendar dietas hipocalóricas (cuando existe, por ejemplo, obesidad), dietas hiperproteicas (por anorexia, bajo peso, etc), dietas sin gluten (orientadas a las personas celíacas) y dietas bajas en grasas (para gente que presenta patologías del corazón), por señalar otras posibilidades. En ciertos momentos, frente a una intoxicación, los médicos también suelen indicar algunos días de dieta líquida para limpiar el organismo y evitar molestias gastrointestinales.