Los conocemos por dibujos animados y películas. Nos entretenemos con sus figuras reproducidas en plástico por la industria del juguete. Los científicos, los expertos en tecnología y los aficionados a los inventos revolucionarios los construyen con múltiples fines. Los imaginamos como nuestros salvadores frente al desarrollo de las tareas domésticas… Sin dudas, los robots no son producto de nuestra imaginación: existen y podrían llegar a adquirir mucha importancia en un futuro cercano.
Un robot, dice la teoría, es una máquina programada para llevar a cabo funciones que, hasta la creación de este artefacto electromecánico, sólo podía realizar un ser humano.
Hay robots de cocina (también conocidos con el nombre de multiprocesadora, que pueden ser mecánicos o eléctricos), hay robots domésticos preparados para limpiar superficies o ambientes, robots humanoides, robots con apariencia de animales (se han hecho, hasta el momento, prototipos de robot-serpiente y de robot-perro), robots industriales destinados a operaciones de cierta complejidad o peligro para el hombre y hasta se han diseñado estructuras robóticas para ser aprovechadas en un ámbito médico (para realizar, por ejemplo, determinadas clases de intervenciones quirúrgicas).
Distinto es el caso de los robots presentes en el plano informático, los cuales pueden diseñarse en base a cualquier clase de lenguaje de programación. Estas creaciones, usualmente mencionadas como ‘bot’, consisten en programas que imitan el proceder de una persona y, por lo tanto, pueden ser preparados para poder dar respuesta a preguntas sobre el contenido de un sitio web, editar ciertos textos, enviar correos electrónicos, contactar usuarios de redes sociales o chats con mensajes automáticos, completar pantallas de juegos, etc.