El rebozado es una opción interesante a tener en cuenta a la hora de preparar determinados alimentos. Se trata de una mezcla de productos como harina, huevo, leche, agua o cerveza, entre otros, con la que se baña un ingrediente para que éste quede con una capa crocante al freírlo o bien al dejarlo cocinar en el horno.
Según se le añada sal o azúcar en cantidad, el resultado será un rebozado dulce o un rebozado salado, aunque se pueden combinar los dos para un efecto neutro. La apariencia y viscosidad, en tanto, permiten distinguir entre rebozados claros, rebozados espesos, etc. Hay, asimismo, rebozados a la romana (con harina y huevo batido), rebozados a la andaluza (con harina únicamente) y rebozados con la técnica de tempura, por indicar otras preparaciones muy populares a nivel mundial.
El pollo, por señalar un caso concreto, puede ser rebozado con cereales para que quede crujiente, así como es posible preparar aros de cebolla con rebozado de cerveza. Milanesas con rebozado de avena, filetes de pescado rebozados con panko, bocaditos de queso rebozados con harina de garbanzo y langostinos rebozados con frutos secos son otras de las numerosas alternativas a considerar dependiendo de las preferencias y posibilidades alimenticias de cada comensal.
Es interesante tener presente además que, más allá de los rebozados clásicos, hay otros más creativos y saludables que demuestran que se pueden descubrir sabores y texturas novedosos sustituyendo al huevo, incluyendo hierbas, mezclando semillas y apelando a la harina de soja o de mandioca, por ejemplo.