Todo aquello que se realiza para prevenir (es decir, para evitar o impedir) algo se conoce como prevención.

Las medidas orientadas a imposibilitar el desarrollo de delitos, por señalar un caso concreto que ayuda a comprender el sentido práctico de este concepto, se engloban en las medidas de prevención de la delincuencia.

Cuando los esfuerzos se centran en proteger el medio ambiente, entonces gana relevancia la prevención de la contaminación mediante iniciativas como la reutilización de materiales, la reducción de residuos y el ahorro de energía.

En relación al bienestar de los seres vivos, la prevención abarca disposiciones que hacen foco en la salud: hay entonces prevención de enfermedades (contexto en el cual es posible distinguir entre prevención primaria, secundaria, terciaria y cuaternaria), prevención de adicciones (para evitar que la gente se convierta en farmacodependiente o adopte hábitos nocivos) y prevención de toda clase de riesgos (laborales, de accidentes domésticos, frente a fenómenos naturales, etc).

Tampoco se puede dejar de señalar que, en el ámbito del Derecho, se trabaja sobre la prevención general, la cual puede ser positiva (si apunta a recuperar la confianza de la gente en relación al sistema de Derecho) o negativa (si se encamina a permitir que haya venganza de la sociedad frente a quien comete un delito). Existe, por otra parte, una figura jurídica conocida como prevención especial que hace referencia a un efecto de la aplicación de un castigo (puede tratarse, según el caso, de una prevención especial negativa si la pena impide que el culpable de un delito vuelva a cometer un ilícito o de una prevención especial positiva si contempla la reeducación y resocialización).