Los delitos son acciones que comete alguien en contra de las leyes, infringiendo normas y transgrediendo las reglas de cada territorio o nación. Estas conductas ilegales (por fuera de la ley) son castigadas con diferentes sanciones o penas, que varían en función de la gravedad de la falta cometida.
Los expertos en Derecho reconocen, entre otras categorías, a los delitos comunes (aquellos que no tienen raíz política y son desarrollados por cualquier ciudadano) y a los delitos especiales (que pueden segmentarse, a su vez, en delitos especiales propios y en delitos especiales impropios). También aparecen los delitos de sangre (aquellos donde se generan lesiones corporales de gravedad o incluso la muerte de la víctima), los delitos políticos (generados por las autoridades o gobernantes) y los delitos de lesa majestad (en otros tiempos, aquellos que atentaban contra la integridad del soberano o sus familias).
Si abordamos la clasificación tomando en cuenta las modalidades de culpabilidad, entonces entrarán en juego las alternativas de delitos culposos o imprudentes y los delitos dolosos. Asimismo, hay delitos por comisión (cuando hay una intención de quebrantar las leyes) y delitos por omisión (que pueden ser propias o impropias).
Al ahondar en los alcances de esta temática, aparecen además los delitos de instancia privada, los delitos de acción pública y los delitos dependientes de instancia privada, así como los delitos materiales, los delitos formales, los delitos de lesión y los delitos de peligro, por enumerar otros a modo orientativo.
Cabe resaltar, por último, que hay delitos contra la vida (como los homicidios y genocidios), delitos que afectan el honor de alguien (como las difamaciones e injurias), delitos contra la libertad sexual (como los abusos y las violaciones), delitos que atentan contra la libertad (como los secuestros y la esclavitud), delitos ecológicos (caza furtiva, contrabando de animales), etc.