Cuando la estructura ósea de un organismo pierde densidad y se vuelve extremadamente frágil como consecuencia de una deficiencia de calcio, manganeso y otros minerales, se dice que la persona sufre de osteoporosis.
En la mujer, la osteoporosis aparece fundamentalmente a raíz de la menopausia por la cantidad insuficiente de estrógenos, aunque es importante saber que existen otros factores que promueven la aparición de esta patología.
Según los expertos en Medicina, además de la osteoporosidad de carácter posmenopáusico, existen cuadros de osteoporosis senil (la cual se desarrolla con el paso de los años como consecuencia de desequilibrios propios de la tercera edad y la incapacidad del cuerpo para regenerar los huesos a la misma velocidad con la cual se degradan) y otros que se conocen con el nombre de osteoporosis secundaria (provocada por algunas enfermedades, diversos trastornos de tipo hormonal o la ingesta de determinados medicamentos).
Asimismo, resulta importante resaltar que, aunque no es habitual, durante la infancia y la juventud ciertos individuos pueden llegar a desarrollar una osteoporosis juvenil idiopática que los lleva, aún cuando no padecen alteraciones hormonales ni carecen de vitaminas ni de minerales, a tener una estructura ósea débil.
Si bien en un primer momento esta dolencia no provoca síntomas, cuando el problema se agudiza y el déficit de calcio es importante, los afectados comienzan a padecer dolores y a experimentar deformaciones, sobre todo, en la columna vertebral por las fracturas de las vértebras. Las fracturas de cadera y en la zona de los brazos, en este marco, son otras de las consecuencias más comunes de la osteoporosis, un mal que se pueve prevenir a partir del hábito de consumir un nivel adecuado de calcio por día e ingerir alimentos ricos en vitaminas (sobre todo, de vitamina D) tanto en la juventud como durante toda la adultez.