A la hora de cocinar solemos tener en cuenta a ollas de diversos materiales, formatos y tamaños. Además de identificar a las vasijas, esta palabra alude al contenido del recipiente.

En Costa Rica, por ejemplo, se conoce como olla de carne a una preparación a base de verduras y trozos de carne que suele acompañarse con arroz, mientras que la gastronomía andaluza incluye entre sus opciones culinarias a la llamada olla de trigo, una comida caliente que se aromatiza con hinojo salvaje y combina diversas carnes, garbanzos y trigo. De hacer foco en la gastronomía de diferentes rincones de España, ganarán relevancia asimismo la olla podrida (un guiso con alubia roja, chorizo, costilla de cerdo y otros ingredientes), la olla gitana (cocido de verduras y legumbres varias), la olla segorbina (con productos cárnicos, embutidos y legumbres) y la olla cordobesa (u olla cortijera, a base de garbanzos).

De tener en cuenta los materiales empleados para fabricar el recipiente, sus particularidades y el modo de uso de este elemento, entonces se puede distinguir entre ollas de hierro, ollas de barro, ollas de vidrio, ollas a presión y ollas de cocción lenta. Las alternativas disponibles en el mercado invitan a aprovechar de igual modo a las ollas arroceras (en sus versiones a gas, para microondas y eléctricas) y a las ollas vaporeras.

En el Museo Arqueológico de Cracovia, por agregar otra referencia que demuestra el amplio alcance de esta noción, está en exhibición la Olla de Bronocice, tal como se conoce a una antigua vasija de cerámica decorada con una representación de un arcaico vehículo con ruedas.