Para elaborar un producto con forma determinada, ya sea en el rubro gastronómico o en cualquier actividad laboral o artística que requiera modelar algo, son imprescindibles los moldes.

En los hogares, por ejemplo, son muy comunes los moldes para pastas rellenas y los moldes de repostería y pastelería para preparar budines, tortas, bizcochos, galletas, pasteles, bombones, flanes, cupcakes o similares. Las alternativas al respecto son numerosas e incluyen múltiples materiales, formas y tamaños: hay moldes desmontables que pueden ser de aluminio o de silicona, moldes cuadrados, moldes rectangulares, moldes circulares, etc.

Quienes se dedican al desarrollo de jabones y velas artesanales, por su parte, pueden optar entre moldes metálicos, plásticos o de yeso disponibles en todo tipo de formatos y dimensiones, entre otras posibilidades.

Para conseguir una figura específica o confeccionar una prenda, en tanto, se pueden imprimir en papel moldes que permiten, por indicar algunas posibilidades comunes, armar flores con goma eva, hacer indumentaria con toda clase de telas, fabricar a mano un muñeco de peluche, etc.

Claro que hay muchas más variedades, tal como se desprende al recordar la existencia de los moldes de ortodoncia, los moldes con fines ortopédicos, los moldes industriales, los moldes para hormigón y de los moldes para uñas, por agregar más referencias.

Más allá del uso que se les pueda dar, es importante tener en cuenta que hay moldes flexibles y moldes rígidos, razón por la cual siempre es conveniente definir con anticipación para qué se los usará a fin de conseguir el molde más conveniente para la tarea a realizar.