Los hospitales son lugares de atención médica que muchas veces son escenario de buenas noticias (cuando, por ejemplo, se producen nacimientos o se realizan con éxito diversas clases de intervenciones quirúrgicas) pero también son testigos de llantos desgarradores y reclamos desesperados cuando el paciente no puede ser salvado.
Hay en el mundo diversas clases de hospitales. En este momento, por ejemplo, un gran número de médicos está trabajando en hospitales móviles, unidades sanitarias que llegan a diferentes ciudades y pueblos para ofrecer atención primaria.
Los hospitales más comunes, a los cuales acudimos ante cualquier urgencia, pueden ser clasificados en función de los servicios que presten, la capacidad de respuesta, las especializaciones cubiertas y el equipamiento que tengan al servicio de los diagnósticos y los tratamientos. En este marco, se distingue entre hospitales de baja complejidad (los más básicos, que derivan a los pacientes a otros centros de salud más completos), hospitales de mediana complejidad (ofrecen un nivel de atención más desarrollado y con servicios de apoyo) y hospitales de alta complejidad (proporcionan cobertura a todos los integrantes del sistema de salud). Los recursos disponibles en estas instituciones, por otra parte, permiten diferenciar entre hospitales de primer, segundo y tercer nivel.
Los hospitales especializados en Ginecología y Maternidad, por señalar otro caso, suelen denominarse hospitales de mujeres, y si incluyen servicios de Pediatría adquieren la denominación de hospital materno-infantil.
Los hospitales pediátricos, los hospitales geriátricos, los hospitales psiquiátricos y los hospitales universitarios son otros establecimientos donde la población puede tratar sus problemas de salud de acuerdo a su edad, su estado y las particularidades de la patología que presente.