Cuando el estómago se inflama y la mucosa gástrica se hincha y enrojece (pudiendo, en ocasiones, presentar además hemorragias sub-epiteliales) se produce un cuadro definido como gastritis. Las razones por las cuales se desencadena este problema que se diagnostica a través de exploraciones endoscópicas son múltiples: el consumo excesivo de analgésicos, el estrés, los malos hábitos en materia de alimentación, etc.
La patogenia, la histología y la evolución de cada situación son datos fundamentales para poder encuadrar la gastritis en la categoría que corresponda.
Hay quienes experimentan una gastritis aguda como consecuencia de una infección (producida por hongos, bacterias, virus, etc) que se revierte en el corto plazo y otros que padecen gastritis crónicas que los afectan ya sea por varios meses o durante años. En este último caso señalado, la patología puede ser de tipo A (de etiología autoinmune y, generalmente, relacionada a una anemia perniciosa) o de tipo B (la más común, provocada por una bacteria que afecta tanto a personas jóvenes como a los mayores).
Al investigar en profundidad el tema podemos advertir que, además, existen gastritis atróficas crónicas (que, a su vez, se subdivide en las categorías A – si es de carácter autoinmunitaria, B – si surge por una bacteria conocida como Helicobacter pylori, o Química si la causan el estrés, el abuso de tabaco o alcohol, o los medicamentos).
Un cuadro menos frecuente de hallar es la gastritis granulomatosa aislada pero, aún así, es importante consultar siempre al médico ante cualquier síntoma para que el profesional pueda precisar el diagnóstico.