Para decorar, rellenar y cubrir muffins, tortas, pasteles, galletas y cupcakes, entre otras delicias que se consiguen cuando se tiene talento para la repostería, hay que aprender a realizar un buen frosting.
Se trata de un glaseado dulce (aunque también hay frosting salados) que puede tener diferentes formas, texturas, sabores y aspectos según el tratamiento que le demos y los ingredientes que utilicemos.
El más común es el frosting de chocolate (tanto negro como blanco), seguido por el frosting de vainilla. Pero las opciones son infinitas: la creatividad y los productos disponibles en cada momento y lugar pueden dar como resultado un exquisito frosting de arándanos, un irresistible frosting de naranja, un recomendable frosting de banana (plátano) o un original frosting de pistacho. El frosting de nutella, el frosting de café, el frosting de coco, el frosting de menta y el frosting a base de queso son otras propuestas que demuestran el gran abanico de posibilidades que podemos aprovechar para decorar y darle una presentación única y llena de sabor a cada postre preparado para fiestas de cumpleaños, bodas, reuniones familiares o, simplemente, para sorprender a alguien querido sin que exista un motivo especial.
Cabe destacar que una vez que se aprende la receta básica del frosting, se puede ir sumando complejidad a la tarea para, por ejemplo, conseguir coberturas de arcoiris con colorantes de diferentes tonalidades, lograr un frosting con forma de rosa o preparar un frosting vegano para quienes llevan un estilo de vida basado en el respeto absoluto por los animales.