El conjunto de las figuras engloba a muchos recursos y elementos de distintas áreas de estudio y trabajo, tal como queda en evidencia al posar nuestra atención en las particularidades y aplicaciones de las figuras geométricas y de las figuras retóricas.

En relación a este último grupo mencionado, es interesante señalar que también se identifica con la denominación de figuras literarias. Aparecen como parte de esta familia de recursos estilísticos muchas opciones que amplían las posibilidades para aprovechar y combinar las palabras.

Las figuras literarias pueden responder a dos categorías: a la de figuras de pensamiento o a la de figuras de dicción.

El primer conjunto señalado da herramientas que influyen en el significado de los vocablos. Puede optarse por figuras de acumulación (para complementar ideas y agregar información), figuras de ficción (para abordar cuestiones imaginarias como si fuesen reales), figuras de definición (para detallar y reflejar la apariencia o particularidad de elementos o cuestiones descriptos), figuras de amplificación (para alargar textos), figuras de diálogo (para estilos directos), figuras lógicas (vinculadas a los vínculos lógicos entre ideas), figuras oblicuas (describen una realidad de modo indirecto) o por figuras dialécticas (también llamadas de argumentación).

De preferir las figuras de dicción, aquellas que apuntan hacia la forma de cada palabra aunque en ciertas circunstancias también inciden sobre su significado, se tendrá a disposición cuatro alternativas: las figuras de posición (que permite alterar el orden normal en una oración), las figuras de omisión (para suprimir algún elemento lingüístico), las figuras de repetición (para reiterar elementos ya presentes en la oración) y las figuras de transformación (a fin de usar modos léxicos incorrectos desde la teoría).