Muchas veces los artistas eligen crear hermosos paisajes con un faro como protagonista de la inspiración vinculada a los entornos costeros. Este elemento se asocia a la luminosidad, el brillo y la claridad ya que, en verdad, se trata de torres de gran altura desde las cuales surgen luces para guiar y servir de referencia a los navegantes durante las noches. En territorio argentino, por ejemplo, se localiza el Faro de San Juan de Salvamento (popularmente conocido como El Faro del Fin del Mundo) mientras que en Portugal es posible apreciar al Faro de San Julián. El Faro del Pescador (Cantabria) y el Faro de Qilaibi (Taiwan) son otras torres que permiten comprender cómo es y para qué sirve, en la práctica, un faro.
Si uno repasa los alcances de este término no tardará en descubrir la existencia de muchas clases de faros.
En la parte posterior de los automóviles, por señalar un caso específico, se ubican los llamados faros pilotos que permiten indicar la posición del vehículo, donde también pueden reconocerse faros escamoteables. Así se conoce a una alternativa de luminaria que se puede esconder o disimular mientras no está siendo utilizada.
Si profundizamos en la categoría de faros vehiculares encontraremos además a los faros antiniebla que tienen el objetivo de emitir una señal luminosa para casos donde la visibilidad es mala, ya sea como consecuencia de una tormenta, niebla, polvo o nevadas. En los automóviles de competición, por otra parte, es posible hallar faros supletorios que mejoran la visibilidad cuando se circula de noche o con condiciones meteorológicas complicadas.