A la hora de preparar delicias gastronómicas para degustar ya sea en la vida cotidiana como en el marco de algún acontecimiento (bodas, cumpleaños, fiesta de graduación, etc), tenemos a disposición múltiples alternativas de cocción.
La cocción, según la definición de esta palabra incluida en el diccionario de la Real Academia Española (RAE), es el acto y consecuencia de cocer o cocinar.
De acuerdo a qué alimentos se elijan y qué resultado quiera tener con ellos cada cocinero/a, se puede apelar a diferentes procedimientos de tiempo variable. No demanda el mismo esfuerzo, por proponer un ejemplo, la cocción del pan que el que exige el tratamiento de una pieza de carne, un producto que requiere otros cuidados y posee distintos puntos de cocción.
De todos modos, en líneas generales podemos indicar como posibilidades a la cocción en un medio acuoso (donde aparecen las alternativas de blanquear, hervir, cocinar al vapor, cocinar en ollas de cocción lenta o bien de cocinar en ollas a presión), a la cocción en un medio graso (para dorar, confitar, saltear, freír o sofreír) o a la cocción en un medio aéreo (puede ser a la parrilla, al horno, etc). También existe la opción conocida como cocción al vacío, aunque se trata de una propuesta reservada para cocinas especialmente equipadas y cocineros profesionales.
Con una tecnología específica, por otra parte, se puede concretar la cocción por inducción, un método que evita perder energía y tiempo por su capacidad de transferir rápidamente el calor.
Tampoco se puede pasar por alto la idea de la cocción roja, tal como se conoce a dos técnicas de origen chino basadas en un braseado prolongado, logrado de modo lento.