Cuando alguien presta algo ya sea a nivel formal o informal, es decir, cede elementos con el compromiso de quien los recibe de devolverlos en un determinado plazo y en las mismas condiciones que los obtuvo, tiene lugar un préstamo.
En la vida cotidiana pueden reconocerse los préstamos de libros que se realizan en las bibliotecas, los préstamos gratuitos de bicicletas que se desarrollan en diversas ciudades del mundo, los préstamos de jugadores que se negocian entre clubes para que un deportista se sume a otro plantel por un tiempo y los préstamos de dinero que se gestionan en las entidades bancarias, pero las clasificaciones son numerosas y dependen del ámbito en el cual se apliquen.
A nivel comercial, por ejemplo, se conoce como préstamo a la gruesa al contrato que avala el préstamo de determinada cantidad en relación a piezas expuestas a riesgos marítimos bajo la condición de darla por perdida en caso de quedar inutilizada y de recibir un premio previamente convenido si llega a buen puerto.
De hacer foco en los préstamos financieros, además de los bancarios podremos identificar a los préstamos de consumo, a los préstamos solidarios, a los préstamos entre particulares y a los préstamos de uso.
Distinto a los anteriores es el caso de los préstamos lingüísticos, ya que son morfemas o palabras que se toman prestados de un idioma para incorporarlos a otra lengua. Si se trata de un verbo, un nombre o un adjetivo, se lo describe como préstamo léxico, mientras que la adopción de morfemas, elementos no léxicos y partículas del extranjero da origen al préstamo gramatical.