El acto y la consecuencia de mimetizar dan lugar al mimetismo. Esta palabra, según se advierte al consultar el diccionario de la Real Academia Española (RAE), también se aprovecha para describir al resultado de adoptar pensamientos y comportamientos ajenos y a la propiedad de ciertas especies vegetales y animales que les permite parecerse a algún elemento del entorno.

Al observar la realidad y analizar múltiples situaciones, es posible detectar varias modalidades de mimetismo. Una de ellas es el mimetismo no visual, donde aparecen como opciones a tener en cuenta el mimetismo auditivo y el mimetismo olfativo.

Se alude al automimetismo, en tanto, cuando un organismo tiene dos partes de su cuerpo similares para confundir a los depredadores (como ocurre, por ejemplo, con algunos peces y mariposas), mientras que el aposematismo es resultado de la fusión del aposematismo y el mimetismo.

Tampoco hay que perder de vista al mimetismo batesiano, tal como se identifica a un fenómeno observado por el naturalista inglés Henry Walter Bates basado en la apariencia peligrosa o alarmante de una especie inofensiva para evitar así el ataque de otras especies.

El biólogo y naturalista alemán Johann Friedrich Theodor Müller, por su parte, es responsable del denominado mimetismo mulleriano, el cual resalta que los organismos miméticos comparten con frecuencia la propiedad que los vuelve confusos frente a los depredadores.

El genetista y botánico ruso Nikolái Vavílov, asimismo, está vinculado al llamado mimetismo vaviloviano, un fenómeno propio de plantas que se caracteriza por malezas similares a la planta domesticada a lo largo de generaciones de selección artificial.