Todos, alguna vez, hemos visto a diferentes clases de insectos no solo al estar al aire libre (en la playa, en un parque o jardín…) sino también en el interior de una vivienda, restaurante o institución.
Es inmensa la variedad de insectos que pueden cruzarse en nuestro camino. Hay insectos polinizadores (grupo que abarca a las abejas, por ejemplo), insectos hematófagos (aquellos que se alimentan con sangre, tales los casos de las pulgas, los piojos y los mosquitos, muchos de los cuales pueden transmitir enfermedades) e insectos acuáticos (como las chinches de agua), por enumerar algunas categorías con exponentes fáciles de distinguir.
Al profundizar en el tema, uno descubre además la existencia del denominado insecto palo (capaz de mimetizarse con las plantas por su apariencia similar a la de una rama) y de los insectos sociales (como las hormigas y las abejas, ya que forman parte de una comunidad donde hay múltiples castas).
Los insectos escama (también conocidos como cocoideos, se nutren con tejido fúngico y savia), los insectos hoja (los fílidos, que se mimetizan en el entorno natural porque poseen una figura casi idéntica a las hojas de los árboles), los insectos de la madera (como las termitas), los insectos comestibles (de acuerdo a cada cultura, hay pueblos donde muchos insectos son parte de la alimentación, como ocurre por ejemplo con el gusano de harina) y los insectos exóticos (no habituales en una determinada zona y, por lo tanto, no tan populares) son otras familias que demuestran la gran cantidad de organismos que conforman el conjunto de los insectos.