Uno suele relacionar al concepto de inyección a la práctica del ámbito de la Medicina que, mediante una jeringa y una aguja especial, introduce en el organismo un fluido para calmar dolores o administrar medicación en pacientes enfermos. Sin embargo, como este vocablo alude a todo acto y consecuencia de inyectar, es posible encontrar muchas otras aplicaciones que van más allá de la salud.

Así como los médicos y enfermeros diferencian entre inyecciones intradérmicas, subcutáneas, intramusculares e intravenosas, los expertos en Mecánica apuntan a la bomba de inyección para referirse a la bomba de alta presión que, en los motores de combustión interna, se encarga de impulsar el combustible. Los expertos en Ingeniería, por su parte, vinculan esta palabra a procesos, máquinas y técnicas de trabajo, ya que existen la máquina de inyección de plástico, la unidad de inyección y el procedimiento conocido como moldeo por inyección.

Otra alternativa que demuestra la diversidad de significados que posee esta noción es la impresora de inyección de tinta, un producto cuyo sistema de funcionamiento se basa en la expulsión sobre el papel de gotas de tinta de distintos tamaños para imprimir a bajo costo sin resignar calidad.

La inyección SQL (una clase de inyección de código como lo es también la inyección de fichero), la inyección letal (polémico procedimiento desarrollado en ciertos países como método de ejecución), la técnica de reproducción asistida conocida como inyección intracitoplasmática de espermatozoides y la inyección de firmes propia de la Ingeniería Civil son otras opciones que amplían el alcance de este concepto.