Tesoro es una palabra de múltiples significados que se utiliza en diferentes contextos para hacer alusión a distintas cuestiones. Conocer y/o recordar sus aplicaciones, por lo tanto, enriquece nuestros saberes y nos permite utilizar el término en las circunstancias adecuadas.
A veces, como se deduce de la práctica, se aprovecha la idea con fines cariñosos: “Tesoro, ¿podrías alcanzarle el libro a la abuela?”, “Te amo, tesoro mío”, “En esta foto estoy con mis tres tesoritos, los más pequeños de la familia”, “Mis hijos son mi mayor tesoro”.
Asimismo, se suele hablar de “tesoros literarios” cuando se encuentran o exhiben libros de gran antigüedad y de “tesoros arqueológicos” cuando se localizan construcciones, objetos o yacimientos como ha ocurrido con el Tesoro de Atreo, el Tesoro de Tutankamón, el Tesoro del Carambolo y el Tesoro de Pereshchepina, por mencionar algunos a modo de referencia.
De profundizar en los alcances del vocablo, encontraremos expresiones como “tesoros pseudohistóricos” (frase que alude a sitios o fortunas de existencia no comprobada pero con mitos o rumores que llevan a suponer que son reales), “tesoros más buscados”, “tesoros reales”, “tesoro público”, “tesoros nacionales” y “tesoros imperiales”.
Por otra parte, resulta interesante resaltar que en el universo artístico han aparecido a lo largo de la Historia diversas propuestas que hacen referencia a algunas de las acepciones reconocidas para la noción “tesoro”, entre las cuales se pueden mencionar a la novela bautizada en español como “La isla del tesoro” y a las películas tituladas “El tesoro del rey Midas” y “La leyenda del tesoro perdido”.