Los dispositivos que permiten mantener, generalmente de manera automática, un cierto nivel de temperatura se conocen como termostatos. Estos aparatos constituyen un sistema que tiene la capacidad de abrir o cerrar un circuito eléctrico a partir de las condiciones térmicas. Los termostatos están presentes en numerosos equipos, por eso resulta interesante investigar sus particularidades y saber las variedades que existen para, al menos, tener una noción general relacionada a estas piezas que, a veces, estamos obligados a reemplazar debido a su mal funcionamiento.

A lo largo de los años, muchas clases de termostatos alcanzaron relevancia a nivel mundial. Varios de ellos, según resaltan quienes los utilizan en un ámbito laboral o los comercializan, aún siguen vigentes pese a los avances registrados al respecto con ayuda de la tecnología.

Algunos termostatos, por ejemplo, son bimetálicos. Estos se componen, como su nombre lo indica, de un par de láminas de metal que se encuentran articuladas pero poseen un coeficiente de dilatación distinto entre sí, para poder reaccionar frente a un cambio de temperatura.

También es posible hallar termostatos manuales, entre los que aparecen los termostatos de seguridad. Los automáticos, en cambio, recuperan su estado inicial sin que alguien deba ajustarlos, controlarlos o intervenir de algún modo.

Otras alternativas que ofrecen diversidad para quienes buscan un termostato son las de gas encerrado (se regula alterando la presión para cambiar el volumen del tubo de cobre que contiene al gas que se expande cuando la temperatura se incrementa) y las de parafina (que se encuentra encapsulada, igual que en el caso del gas). En el último tiempo, asimismo, se ha popularizado el uso de los termostatos electrónicos.