Se define como sensación (término que procede del vocablo latino sensatĭo) a la impresión que queda en alguien tras captar e interpretar un estímulo a través de alguno de sus sentidos (“Me quedó una sensación horrible después de ver esa película”). Asimismo, esta noción se aprovecha en la vida cotidiana para hacer referencia a un presentimiento (“Tengo una sensación fea, como que les pasó algo malo a los chicos”) y describir el efecto que puede tener una decisión, iniciativa o presentación (“Ese vestido causó sensación en la fiesta”).
A partir de estas acepciones se desprenden numerosas categorías que comprueban la multiplicidad de interpretaciones que tiene esta palabra. Los expertos en cuestiones meteorológicas, por ejemplo, acostumbran mencionar la idea de “sensación térmica” cuando buscan hacer foco en índices y parámetros que determinan cuántos grados concretamente siente un cuerpo más allá de la temperatura del ambiente.
Por otra parte, un individuo puede acudir al médico tras experimentar una sensación de ahogo o falta de aire, un síntoma que puede relacionarse a enfermedades pulmonares o asociadas al aparato respiratorio.
Al analizar las sensaciones y sus alcances, también resulta interesante resaltar la existencia de sensaciones externas (que llegan desde el medio que nos rodea y estimulan desde afuera la vista, el tacto, el gusto, el oído o el olfato para provocar, entre otras, una sensación agradable, una sensación de miedo o una sensación placentera) y de sensaciones internas (en este caso, es nuestro propio organismo el que avisa una conmoción o cambio generado en el interior de la estructura corporal).