La idea de sentido (palabra que se origina en el verbo ‘sentir’) puede adaptarse a múltiples contextos y aprovecharse para hacer referencia a un gran número de cuestiones. Así, entonces, surgen varias categorías que le dan a este término un amplio alcance en idioma español.
Este vocablo, según se deduce de la práctica y reconoce el diccionario de la Real Academia Española (RAE), puede funcionar como adjetivo para describir a alguien propenso a ofenderse o a enojarse. Además, identifica a la fase fisiológica de recibir y procesar estímulos para el olfato, la vista, el tacto, el gusto o el oído, así como permite aludir a una razón de ser o propósito. Ejemplos: “La joven perdió de manera temporal el sentido del gusto”, “El sentido de esta charla es lograr un cambio positivo en el grupo”.
De profundizar en las definiciones de esta noción, recordaremos que se apela a este concepto cuando deseamos marcar que una palabra posee diversas acepciones o bien que una expresión, comentario o texto da lugar a muchas interpretaciones (“No comprendo el sentido de esta frase”, “Ese término tiene múltiples sentidos”). En materia de orientación, como sabrán muchos de ustedes, también tiene importancia: se puede hablar de sentido vertical, sentido horizontal, sentido contrario o sentido inverso, etc.
Más allá de estos usos, esta idea aparece mencionada en expresiones como “sentido común”, “sentido del equilibrio”, “sexto sentido” (en referencia al poder de intuición que puede tener un individuo), “doble sentido”, “sentido interior”, “sentido del humor” y “sentido horario”, por citar algunas a modo de referencia.