Para quienes vivimos en zonas urbanas no es extraño divisar a diario diversos semáforos que nos indican cuándo cruzar una calle o avenida, pero no siempre reparamos en estos objetos ni nos ponemos a pensar en las variedades que existen al respecto. Por esa razón, a fin de llamar la atención sobre estos elementos fundamentales para la seguridad vial, hoy centraremos la información en las particularidades de los semáforos.
En primer lugar, hay que decir que el concepto no sólo se destina al reconocimiento de los dispositivos eléctricos que regulan el desplazamiento de vehículos y dan paso a peatones por medio de señales luminosas y/o sonoras: un semáforo también puede ser un sistema basado en estímulos ópticos y la denominación que reciben los telégrafos ópticos de las costas.
A lo largo de la Historia, los semáforos han evolucionado en función de las tecnologías y las necesidades sociales en materia de ordenamiento. Así, entonces, los antiguos semáforos ideados por el ingeniero John Peake Knight basados en un par de brazos con lámparas de gas que se elevaban de acuerdo al sentido en que se detenía el tránsito fueron reemplazados por el invento de Earnest Sirrine, quien ideó un sistema automático que, en vez de luces, tenía las palabras “Proceder” y “Detención” para dar las correspondientes indicaciones a peatones y automovilistas.
Con el paso del tiempo, aparecieron semáforos con tres luces (como aún se observan en la actualidad pero con diferentes clases de luminarias, hasta llegar a las LED vigentes a nivel internacional), semáforos con tecnología inalámbrica (no muy populares todavía), semáforos peatonales, semáforos para ciclistas, semáforos para tranvías, semáforos con contador de tiempo y semáforos sonoros para permitir que las personas no videntes puedan desplazarse por espacios públicos con mayor seguridad, entre otras alternativas.