Con origen en el vocablo latino sigillum, el concepto de sello se utiliza para describir a una pequeña marca distintiva que se aplica sobre documentaciones para garantizar su autenticidad y darles valor, así como también sirve para aludir al utensilio empleado para estampar diferentes objetos con un grabado en particular.
De buscar mayores precisiones sobre el uso cotidiano o específico de esta noción, adquirirán relevancia múltiples categorías, algunas más conocidas que otras a nivel general. Así, entonces, podremos aprender a identificar al sello postal (propio de las cartas que se envían por correo) del sello hermético (como antiguamente se describía al tipo de cierre que se le hacía a las vasijas), o bien saber que el sello de Salomón es el nombre de una estrella con tres pares de puntas lograda a partir del cruce de dos triángulos equiláteros.
Otras clases de sellos que han surgido a lo largo de la Historia (varios de los cuales aún se utilizan en diferentes ámbitos): sello numerador (para secuencias numéricas), sello en relieve, sello fechador (se pueden modificar de modo manual para estampar la fecha correspondiente a cada día), sello discográfico (denominación general para las compañías dedicadas a editar materiales musicales), sellos infantiles (productos con tinta que permiten estampar, con fines decorativos, personajes o dibujos que atraen a niños pequeños), sello cilíndrico (cilindro que exhibía grabados alusivos a dioses o figuras relacionadas al poder) y sello de indumentaria (tal como se conoce a una clase de anillo que lleva grabadas, por lo general, las iniciales de quien lo luce), por citar algunas variantes que demuestran los distintos sentidos que se le puede dar a la idea de sello.