El seguro, entendido como un contrato que ofrece servicios o prestaciones a cambio del pago de un determinado monto, tiene diversas modalidades y alcances. Entre las alternativas que propone, adquieren relevancia por su popularidad mundial los seguros de vida, tal como se conoce al producto que los aseguradores brindan a quien abona las cuotas y que supone la cesión de una cierta cantidad de dinero frente a un episodio concreto que amerita dicha indemnización.

Para proteger con este sistema a nuestros familiares (y a nosotros mismos) en materia económica, tenemos a disposición numerosas variantes que garantizan el acceso a un seguro que permite a los herederos (cónyuge y/o descendientes) de cada individuo mantener su calidad de vida tras el fallecimiento de quien haya estado asegurado.

Antes de contratar este tipo de servicio, es fundamental asesorarse sobre la opción más conveniente de acuerdo a las necesidades y posibilidades individuales. Así, entonces, podremos conocer propuestas que varían en función de su duración (existen seguros de vida entera y otros de carácter temporario), del monto contemplado (hay planes de primas niveladas y otros que se definen como ‘a prima de riesgo’ porque se incrementa el valor a medida que envejece el asegurado) y del número de individuos alcanzados por la póliza (en este marco, hay que hablar de seguros individuales, seguros colectivos y seguros de varias cabezas: en esta tercera modalidad, se abona el capital en caso de muerte del primero o el último integrante asegurado).

Otras clases de seguros de vida: seguros de pagos limitados, seguros de vida universales y seguros dotales, por agregar más opciones al listado anterior.