Entre todas las clases de seguridad que existen a nivel general, es posible identificar a una categoría vinculada a un beneficio de carácter estatal que se conoce como seguridad social.
Se trata, de acuerdo a la teoría, de un área también definida como previsión social en la cual se hace foco en ciertas necesidades sanitarias y económicas de múltiples sectores de la sociedad a fin de contribuir a su bienestar.
Los discapacitados y los ancianos son parte del grupo contemplado dentro de las acciones de la seguridad social, expresión que en su definición más exacta se reserva a la asistencia de individuos que, por tiempo prolongado o circunstancialmente, no generan los ingresos necesarios para subsistir o no tienen los medios suficientes para el cuidado de su salud.
En suelo español, por citar un caso en particular, esta protección estatal se desarrolla bajo dos modalidades: una de tipo contributivo y alcance profesional cuyo plan de financiación se ajusta a las cotizaciones de cada uno de los afiliados, y otra no contributiva de extensión universal donde la financiación se logra a partir de los aportes procedentes del Presupuesto General del Estado.
Hay, en este contexto, un régimen general de Seguridad Social y regímenes especiales pensados para determinados sectores de trabajadores (como el caso de los trabajadores autónomos).
En territorio francés, por otra parte, la Seguridad Social concentra sus esfuerzos en cuatro áreas: la de brindar asistencia por enfermedad, la de asumir la responsabilidad de garantizar el bienestar familiar, la de encargarse de ofrecer programas para gente en rehabilitación y la de reservar planes para cubrir gastos durante la vejez.