El concepto de sarna, en líneas generales, hace referencia a una enfermedad de carácter contagioso que afecta la piel de quien la padece y es provocada por un gupo de ácaros. Este parásito, conocido como arador de la sarna, traza túneles en distintas capas de la dermis y, como síntomas, genera en su huésped inflamaciones, picazón intensa y áreas enrojecidas.

De acuerdo a investigaciones médicas, esta afección puede manifestarse en distintos seres vivos y con modalidades diversas, por eso existen clasificaciones que apuntan a identificar ante qué clase de sarna uno se encuentra en cada caso. Al respecto, se puede diferenciar en primer lugar a un tipo de sarna propia de los seres humanos frente a la variedad que adquieren otras especies de animales, tanto salvajes como domésticos.

Ya con mayores precisiones que ayuden a reconocer categorías concretas, el abanico se despliega entre las opciones de sarna mitis, sarna noruega y sarna nodular, así como incluye también a la sarna sarcóptica (la más común en ejemplares caninos que, si no es detectada, controlada y tratada en tiempo y forma, tiene consecuencias mortales), a la sarna plateada, a la sarna negra, a la sarna notoédrica y a la llamada sarna verrugosa, por mencionar otras modalidades a modo de referencia.

Cabe resaltar, por último, que en ciertos países se aprovecha la idea de sarna para nombrar a un virus que afecta a la papa y a una enfermedad causada por un hongo llamado Venturia Inaequalis que provoca daños en los árboles que dan manzanas.