La piel, además de ser un tegumento que se extiende por todo el cuerpo de los animales (en los vertebrados, por ejemplo, está compuesto por una capa externa o epidermis y otra interna o dermis), es el epicarpio de algunos frutos y el cuero curtido que permite conservar el pelo natural de adornos y prendas de abrigo, entre otros elementos.
Si se repara en la piel humana, es posible detectar que este órgano es más grueso y graso en los hombres que en las mujeres, así como también se puede advertir que a raíz del complejo pilomotor puede aparecer, como manifestación de frío, la denominada “piel de gallina”. Además, en ciertos casos puede detectarse la llamada “piel de naranja”, una expresión que hace referencia a la celulitis, un inconveniente que por lo general afecta a un gran número de mujeres después de la pubertad.
Por fuera de las referencias a la piel de los humanos, aparecen nociones como las de piel de ángel (se denomina así a una tela de seda similar al raso), piel de cordero o de oveja (para mencionar a alguien de apariencia inofensiva que esconde propósitos malignos), piel de rata (capa del ganado caballar), piel de Rusia (piel adobada) y piel roja (indígena de América del Norte), por citar algunas a modo de ejemplo.
Asimismo, resulta interesante señalar que este término ha sido utilizado en numerosas ocasiones por músicos y artistas de todo tipo para lanzar discos, canciones, películas, libros y novelas televisivas. Prueba de ello es que, por ejemplo, el afamado escritor francés Charles Perrault le dio con él identidad a un cuento que, en español, se ha dado a conocer bajo el título de “Piel de asno”.