La noción de requisito, palabra que describe a las condiciones o exigencias para acceder a algo o poder hacer uso de un servicio, tiene su origen en el vocablo latino requīsitus.
De acuerdo al ámbito en el cual sean aplicados, a su extensión y a sus características es posible encuadrar los requisitos en distintas categorías, algunas de las cuales describiremos a continuación.
Los requisitos funcionales, por ejemplo, son aquellos que determinan el funcionamiento interno de un software. Según indican los expertos en Ingeniería de Sistemas, estos elementos están complementados por los requisitos no funcionales, los cuales abarcan criterios que no influyen sobre funciones ni datos a conservar, tal como sucede con la accesibilidad, la seguridad y el rendimiento.
Asimismo, los requisitos excluyentes son aquellos que, de no poder cumplirse, dejan sin chances a quien, por ejemplo, busca trabajo o pretende gestionar una habilitación. Por ejemplo: si una empresa busca un empleado con buen dominio del portugués y movilidad propia como requisitos excluyentes, no serán tenidos en cuenta al evaluar los perfiles de eventuales candidatos aquellos que no sepan el idioma solicitado y no cuenten con vehículo particular. En cambio, si se habla de requisitos no excluyentes (como lo puede ser tener residencia cerca del lugar de trabajo, por citar una alternativa) se ofrece una flexibilidad ya que quienes no cumplan ciertas características tienen, igualmente, posibilidades de ser contratados.
Más allá de estas clases de requisitos, no se puede dejar de mencionar que existen requisitos para donar sangre, requisitos para acceder a un crédito bancario, requisitos para emitir el voto y requisitos para contraer matrimonio, entre muchos otros.