El acto y consecuencia de remachar, es decir, de reforzar los clavos ya introducidos en una superficie o afirmar dichas piezas para generar una mayor resistencia, se conoce como remache.

Esta técnica que permite unir, como mínimo, un par de elementos suele emplearse en la fabricación de electrodomésticos y muebles, en la industria automotriz, al desarrollar componentes de hardware y en el ámbito militar, por dar algunas precisiones acerca de su aprovechamiento.

Cabe resaltar que no siempre se hace uso de la misma clase de remaches ni se apela a un procedimiento estándar. Por esa razón, resulta interesante repasar las alternativas y saber que existen múltiples posibilidades a la hora de realizar estas uniones que suelen definirse también como roblones (aunque, según los expertos, existe una sutil diferencia: un roblón consta de una única pieza, mientras que los remaches admiten más componentes).

De trabajar con remaches, se podrá optar entre concretar un remache de compresión o bien hacer un remache ciego (denominado asimismo como POP, tal la marca desarrollada por sus inventores, la firma Emhart Teknologies). Dentro de esta última variante, asimismo, están contempladas las modalidades de remaches con pasadores guiados, los remaches roscados, los remaches ciegos con mandril de estiramiento y los remaches expandidos de manera química. Ya de hacer foco específicamente en los roblones, por otra parte, se puede elegir entre roblones bifurcados; roblones sólidos; roblones tubulares y roblones semitubulares.

Otro dato a tener en cuenta en relación a los remaches es que esta clase de uniones puede llegar a presentar inconvenientes, tales como el de cortarse o el de quedar aplastada a raíz de la presión ejercida por una chapa o material similar.