Cuando la superficie de algo no es plana sino que posee detalles que dan profundidad y realzan ciertos sectores, se habla de relieves. A partir de esta idea general, es posible hallar múltiples tipos de relieves en diferentes ámbitos y disciplinas.
De ser detectados en un entorno natural, se habla de relieves terrestres. Al analizar las formas y accidentes geográficos de nuestro suelo, es posible identificar a los relieves oceánicos, a los relieves costeros, a los relieves volcánicos y a los relieves montañosos, por citar algunos.
En el mundo del arte, en cambio, se habla de relieve cuando se busca hacer foco en una técnica muy empleada para hacer esculturas y otros trabajos donde se modelen y/o se tallen formas que no sean planas. En este contexto existen los relieves altos (los más marcados, ya que las figuras sobresalen del plano de manera significativa); los relieves medios (no tan evidentes como los altos pero con desniveles fáciles de advertir a simple vista) y los relieves bajos (efectos escultóricos poco perceptibles a primera vista).
Cabe resaltar que los paisajes, en función de las características que presenten, pueden ser encuadrados también en las categorías de relieves graníticos (aquellos que surgen como consecuencia de un proceso de erosión sobre rocas plutónicas), relieves tabulares (formados a partir de rocas de carácter sedimentario que no han estado expuestas a influencias orogénicas), relieves jurásicos (localizados en áreas sedimentarias) y relieves litológicos (los cuales, a su vez, se subdividen en relieves de formas originales y relieves de formas mixtas).