Una póliza es un documento que justifica los contratos de seguros, fletes, operaciones de bolsa y otras clases de negocios comerciales. El concepto, derivado del vocablo italiano polizza, también refiere a la libranza donde se refleja la orden para percibir o cobrar alguna suma de dinero y a la guía que acredita como legítimos a géneros y mercancías que se transportan.
Más allá de estas acepciones, la Real Academia Española (RAE) permite saber con sus definiciones que póliza puede ser entendido además como un papel anónimo o cartel clandestino, una papeleta de entrada para algún encuentro religioso o seglar y como un sello suelto con el cual se satisface el impuesto del timbre en ciertos documentos.
Como resulta evidente, no existe un único tipo de póliza. Incluso, al indagar más sobre los alcances de esta noción uno no tarda en descubrir que hay una amplia variedad de pólizas específicas para cada operación que se desea llevar a cabo.
Las pólizas de crédito, por ejemplo, es aquella que una entidad financiera le concede a una empresa para que la firma tenga margen para contraer deudas durante un periodo establecido y hasta alcanzar una cierta cantidad de dinero.
Las pólizas de seguro, por su parte, son documentos donde aparecen citados los derechos y obligaciones de las partes involucradas.
Asimismo, en otros ámbitos resulta fundamental la llamada póliza o política de privacidad, la cual plantea cómo una organización debe retener, procesar y manipular los datos de usuarios o clientes. Por supuesto, las mencionadas son sólo una pequeña muestra de las pólizas existentes: hay más, entre las cuales aparecen las pólizas contables, las automáticas y las colectivas, entre otras.