Las murallas, las tapias y las paredes altas suelen ser, a menudo, definidas como muros. Pero existe en la práctica una amplia y diversa aplicación de este término en múltiples contextos, por eso es interesante hacer foco en sus diferentes interpretaciones y usos.
Existe, por ejemplo, el muro de contención cuyo fin es, por medio de una estructura rígida, contener o frenar el avance de determinados materiales. Es posible encontrar en este marco muros de gravedad (para contrarrestar el empuje de un terreno, y pueden catalogarse según cómo se formen en muros de mampostería seca, de hormigón en masa, prefabricados, de escollera, de gaviones, etc), muros estructurales (los cuales pueden tener forma de T invertida o desarrollarse en L) y muros de tierra armada. Cuando estas estructuras soportan cargas en forma vertical, en tanto, se las define como muros portantes o de carga.
También es posible distinguir a los muros de seguridad que se levantan para resguardar una superficie, al muro pantalla de carácter flexible que suele desarrollarse por módulos en determinadas obras de Ingeniería Civil y al llamado muro Trombe-Michel que se orienta en dirección al sol para almacenar calor.
Por otra parte, es útil tener en cuenta que hay en el mundo varios lugares bautizados con este vocablo. Así sucede, por señalar dos casos puntuales, en suelo español a raíz del municipio conocido como Muro en Cameros y en Francia por la comuna identificada como Muro. El Muro de los Lamentos, por otra parte, se localiza en Jerusalén (Israel) es el sitio más sagrado dentro del judaísmo.