La idea de metamorfismo se utiliza en Geología para describir al proceso de transformación natural sin modificación de estado estructural o de la composición que tiene lugar en una roca o en un mineral tras su consolidación original.

De ocurrir en piezas sometidas a temperaturas y presiones más elevadas respecto a las condiciones que soportó en su estado inicial, se hace alusión a un metamorfismo progresivo, mientras que el metamorfismo regresivo se produce cuando las rocas experimentan cambios hacia circunstancias de menor energía.

Analizar múltiples variables, en tanto, nos permite encontrar otras modalidades de metamorfismo, algunas de las cuales describiremos a continuación a modo informativo.

Según los expertos en el tema, hay clases de metamorfismo más típicas que otras. El metamorfismo de incendio y el metamorfismo de rayos, por ejemplo, no son tan comunes, pero sí son frecuentes el metamorfismo de contacto (también conocido como térmico, provocado por temperaturas elevadas), el metamorfismo regional (desencadenado por el aumento térmico y de presión en amplias zonas de la corteza terrestre con una actividad tectónica intensa) y el metamorfismo hidrotermal (enmarcado en la interacción entre fluidos químicamente activos de temperatura elevada y las rocas).

El metamorfismo de choque (denominado asimismo como metamorfismo de impacto y caracterizado por los efectos de las ondas de choque surgidas a partir de explosiones, ensayos de laboratorio e impactos de meteoritos), el metamorfismo dinámico (caso que suele definirse asimismo como dinamometamorfismo) y el metamorfismo de enterramiento (generado por el incremento de presión y valores térmicos) son otras alternativas que le dan diversidad a este fenómeno de transformación.