A todas las sustancias que sirven para lubricar se las describe como lubricantes. La composición, la presentación y la utilidad de estos productos es tan diversa que da lugar a una amplia variedad de categorías, algunas de las cuales detallaremos a continuación para ofrecerles datos interesantes sobre el tema.
Si bien los más comunes son los lubricantes líquidos que pueden tener procedencia vegetal o mineral, también son empleados en diferentes ámbitos los lubricantes semisólidos, los lubricantes sólidos (también conocidos como secos porque logran minimizar la fricción entre un par de superficies sin requerir una sustancia líquida, tal como ocurre por ejemplo con el grafito usado para compresores de aire o el disulfuro de molibdeno destinado a vehículos espaciales) y los lubricantes gaseosos.
De utilizar lubricantes minerales, hay que tener presente que, en función de su pureza y calidad, se segmentan en las versiones de grupo 1 y grupo 2. Más caros de elaborar son los lubricantes sintéticos, materiales que pueden o no derivar del petróleo y se caracterizan por ser resistentes al proceso de oxidación, alcanzar una gran estabilidad térmica y poseer un índice alto de viscosidad natural.
Por otra parte, es importante resaltar la existencia de lubricantes de uso cosmético y destinados a tratamientos dermatológicos que suelen tener una base de vaselina y que se recomiendan para mantener hidratada la piel y minimizar el proceso de descamación, entre otros objetivos. El lubricante íntimo, en tanto, es un producto que se aprovecha en la intimidad para incrementar el placer y facilitar la relación sexual y a nivel medicinal para llevar a cabo ciertos exámenes vinculados a los genitales.