El concepto de llama se emplea en diversos ámbitos para hacer alusión a cuestiones diferentes. Por un lado, según se desprende de la teoría, identifica al producto lumínico de la combustión de un material inflamable; por otro, refiere a un mamífero camélido de pelaje lanoso que en ciertos lugares se usa como animal de carga. Asimismo, hay en España y en Perú múltiples sitios bautizados con el nombre de Llama, mientras que en la vida cotidiana también puede emplearse asociado al verbo llamar (“Mi hermana no me llama desde ayer, ¿estará enojada?”, “Tú me llamas solamente cuando necesitas un favor”).
La llama olímpica, en tanto, forma parte de un ritual de los Juegos Olímpicos que, con el paso del tiempo, se ha transformado en un símbolo del inicio de este evento deportivo, donde los atletas y personalidades hacen un recorrido con el fuego encendido evitando que esta llama se apague.
Cuando se va a generar una llama a través del fuego, por detallar una de las alternativas, es posible diferenciar entre llamas de premezcla (si el comburente y el combustible se mezclan de modo previo) y llamas de difusión (surgen de manera natural cuando el aire entra en contacto con el combustible). Tampoco se puede dejar de señalar que, si bien no es muy habitual, existe la denominada llama fría, nacida en el marco de una reacción química donde intervienen el combustible y el aire: esta clase de llama suele ser la responsable, por ejemplo, del ruido característico de motores de combustión interna que funcionan mal.