Todo organismo que no haya cometido faltas y haya obrado conforme a su naturaleza debería vivir en libertad: los seres humanos de bien y los animales siempre deberían gozar esta facultad natural, pero la esclavitud y las injusticias muchas veces llevan a multitudes a perder su libertad.
En un mundo justo, la gente tendría que poder profesar su religión públicamente gracias a la libertad de cultos que, lamentablemente, no siempre se respeta, así como también habría derecho a expresar de manera libre una idea o difundir informaciones amparados en la libertad de expresión, que también se ve amenazada en incontables oportunidades.
Distinto es el caso de la libertad condicional, ya que se trata de un beneficio que le permite a alguien privado de su libertad salir de prisión bajo el compromiso de mantener una buena conducta para poder reinsertarse en la sociedad.
La libertad de comercio, en tanto, hace alusión a la posibilidad de, en un marco legal, llevar a cabo una transacción mercantil según las condiciones que, libremente, se estipularon entre las partes interesadas.
De buscar más clases de libertades, podremos hacer hincapié en las particularidades de la libertad de conciencia (facultad para llevar adelante toda clase de religión sin ser perseguidos por la autoridad pública), de la libertad de cátedra (para que los educadores puedan enseñar según sus convicciones y no estar sometidos a doctrinas impuestas por el poder público), de la libertad de circulación (para que la gente pueda tener la libertad de elegir dónde vivir y de desplazarse por todo el territorio) y de la libertad de los mares (para una navegación marítima libre), por describir otras alternativas a modo de referencia.