Todos los seres humanos deberían tener un hogar. También las mascotas, ya que hay en el mundo una gran cantidad de perros y gatos sin hogar que viven en las calles y sobreviven gracias a la compasión y sensibilidad de gente que los alimenta y les consigue refugio.

De hacer foco en la teoría, advertimos que este concepto tiene varias interpretaciones. Puede emplearse como sinónimo de vivienda así como aprovecharse de modo general para describir a todo el clan que comparte lugar de residencia de manera cotidiana. Además, un hogar es el lugar de la casa donde se enciende el fuego (chimenea, cocina), el centro de esparcimiento donde se reúne gente con actividades e intereses en común y un asilo.

Dadas estas definiciones, podemos distinguir múltiples categorías.

Se alude al hogar abierto, por ejemplo, cuando la combustión se lleva a cabo en contacto con aire. Por otra parte, hay adultos mayores que por diferentes motivos viven en hogares de ancianos, mientras que muchos bebés, niños y adolescentes asisten a hogares de día o bien pasan años con residencia estable en hogares de menores a la espera de una familia que los adopte. Hay instituciones, en tanto, que solo admiten a un género por vez: de ahí que se diferencia entre hogar de niñas y hogar de niños.

Al buscar más clases de hogares, más allá de saber que existen hogares felices, hogares con muchas carencias afectivas y/o económicas y hogares de clase alta (por señalar algunos a modo de referencia), aparecen opciones como los hogares de rehabilitación para personas con alguna clase de adicción.