Los profesionales médicos establecen que el herpes es una erupción que se manifiesta en distintas zonas del cuerpo humano y, por lo general, aparece acompañada de comezón o escozor.
Tras la evaluación de las lesiones y los estudios correspondientes, el médico puede establecer qué tipo de herpes ha afectado a su paciente. De este modo, podrá recomendar un tratamiento específico.
Sobre el herpes, hasta el momento, se han elaborado tres categorías. Una de ellas es la clase zóster (conocida popularmente bajo el nombre de culebrilla o Fuego de San Antonio), la cual hace referencia a una enfermedad vírica, eruptiva e infecciosa que se caracteriza por la inflamación de ciertos ganglios nerviosos y el surgimiento de ampollas que se acompañan con fiebre y dolor intenso. Para minimizar las posibilidades de contraer esta dolencia, existe una vacuna preventiva, aunque su aplicación no está extendida a nivel mundial sino que, por el momento, se limita a poblaciones de riesgo.
Por su parte, el herpes simple se desencadena por el virus herpes simplex, el cual provoca lesiones cutáneas en las cuales se observan ampollas agrupadas en racimo y con un borde rojizo. Estas manifestaciones pueden desarrollarse en la cara, los labios, la boca, la parte superior del cuerpo o bien en los genitales. Lamentablemente, aún no es posible curar estas enfermedades, pero sí hay tratamientos paliativos para aliviar sus consecuencias.
Cabe destacar que estos inconvenientes, así como también otros no descriptos en este artículo, se hacen presentes a partir de la transmisión de algún tipo de microorganismo perteneciente a la familia de los herpesvirus, los cuales presentan un alto nivel de contagio y suelen ser de recurrencia crónica.