La globalización, un concepto que hace referencia al acto de globalizar entre muchas otras cuestiones abarcadas por la Real Academia Española en su diccionario, puede clasificarse de numerosas maneras de acuerdo a las particularidades que presente este fenómeno.
Los expertos en computación, por ejemplo, aprovechan esta idea para identificar la combinación de dos procesos a la hora de diseñar un software: el de internacionalización para adaptarlo a países e idiomas y el de localización, para adecuarlo a una región concreta.
Con esta sola referencia comenzamos a comprobar que la globalización no se vincula únicamente con la economía. Al profundizar en el tema descubrimos asimismo la existencia de la globalización cultural que extiende a nivel mundial costumbres, formas de vida y hasta idiomas propios de una cierta localidad.
Es importante tener presente además que, con la globalización, se expanden por todos los rincones de la Tierra los problemas ambientales y los conflictos sociales.
La disponibilidad actual de productos alimenticios procedentes de diferentes naciones, por otra parte, permite aludir a la globalización alimentaria, así como la expansión de leyes, sistemas y modelos relacionados al Derecho dan respaldo a la idea de globalización jurídica.
La globalización tecnológica, la globalización turística, la globalización industrial, la globalización política, la globalización en el terreno laboral y la globalización religiosa son otras categorías que invitan a descubrir cómo la integración y la expansión por el mundo de múltiples creencias, modos de vida, hábitos, servicios, tendencias, valores e ideologías influye y condiciona a la población mundial en una gran cantidad de ámbitos.