El concepto de galgo suele asociarse en primer lugar al universo canino, pero en la práctica esta palabra no se relaciona únicamente a los perros. De acuerdo al diccionario de la Real Academia Española (RAE), este término se aprovecha como sinónimo de goloso; en Honduras identifica a una hormiga de tonalidad amarillenta capaz de avanzar con gran velocidad; en materia de salud alude a una erupción de la piel similar a la sarna que, por lo general, se manifiesta en la zona del cuello ante la falta de aseo; y puede también servir para hacer referencia a una piedra de gran tamaño que baja de cierta altura rodando.

Como, de todas formas, su interpretación más común se vincula directamente a los animales, en las líneas siguientes enumeraremos razas caninas para saber las particularidades de cada tipo de galgo.

De España procede, justamente, el galgo español, que en otros tiempos se reservaba en exclusiva para tareas de caza. Lamentablemente, muchas personas le dan tratos crueles a estos y otros canes, maltratándolos, haciéndolos participar en carreras y abandonándolos tras las temporadas de caza, pero también hay que decir que también existe gente que lucha por los derechos de los galgos y los adopta y cuida como animales de compañía.

Del galgo español desciende el llamado galgo inglés, que por su agilidad suele ser utilizado para competir en carreras. El Ayudante de Santa, el perro de Los Simpson, es un galgo inglés.

De Afganistán, en tanto, es originario el galgo o lebrel afgano, mientras que Hungría es la cuna del galgo húngaro e Italia, el lugar de procedencia del pequeño galgo italiano.