Entre todos los fenómenos que pueden acontecer en cualquier rincón del mundo aparecen los fenómenos sociales, los fenómenos atmosféricos y también los fenómenos paranormales. Estos últimos, de acuerdo a la teoría, surgen como experiencias atípicas que no pueden ser explicadas a partir de fundamentos científicos y que llaman la atención porque desafían creencias, percepciones y la comprensión lógica de la realidad.

Aquellos que se especializan en esta cuestión y buscar sumar datos para demostrar que los fenómenos paranormales existen por más asombrosos o difíciles de creer que resulten, los suelen segmentar en diferentes categorías de acuerdo a cómo se desarrollan y cuáles son sus efectos y resultados.

En un primer conjunto aparecen los denominados fenómenos paranormales de conocimiento. Son sucesos que permiten generar y/o percibir información sin que se requiera el uso de las vías sensoriales típicas. En este grupo aparecen la precognición y la telepatía, por ejemplo.

Una segunda familia es la compuesta por fenómenos paranormales de efectos físicos. Es decir, estos acontecimientos fuera de lo común poseen efectos mecánicos al mover elementos a cierta distancia, efectos antigravitacionales (como ocurre con la levitación), efectos electromagnéticos ocasionados sin causas físicas identificables, generan transformación de energía (son fenómenos que pueden originar sonidos o modificar la temperatura de algo) y logran modificar el estado de una masa (como sucede con la materialización), por describir parte de sus efectos que también pueden llegar a guardar relación con la concentración y el poder de la mente para provocar reacciones y alteraciones en procesos de carácter biológico.